JOHN RAWLS

 

24 de noviembre – Muere J. Rawls

Ricardo Miguel Fessia

La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política”.

Abraham Lincoln

__ I __ Nacido como John Borden Rawls en Baltimore, Maryland, el 21 de febrero de 1921, llegó a ser uno de los más grandes pensadores políticos de Estados Unidos. Profesor brillante de Filosofía en Harvard, maestro motivador y ejemplar persona. Su generosidad no conocía límites, en su vida cotidiana dominaba el respeto a la humanidad, principio que volcaba a través de su pensamiento -original conjunción de libertad e igualdad, animado por la tolerancia y la democrática, confianza en las posibilidades humanas-, el cual renovó los modernos debates sobre la justicia.

rawls1Segundo de los cinco hijos del matrimonio entre William Lee Rawls y Anna Abell Stump. Hizo sus primeros estudios em la escuela en Baltimore y luego pasó a la Kent School, una preparatora en Connecticut. Apenas graduado, en 1939, estuvo en la Universidad de Princeton, donde comenzó su primer acercamiento a la filosofía. Hacia 1943 completó el Bechelor of Arts y se unió a la Armada, sirviendo como infante en el Pacífico durante la Segunda guerra mundial. Luego de haber sido testigo directo de la bomba sobre Hiroshima abandonó la armada y regresa a Princeton para cursar su doctorado en filosofía moral.

Su vocación por la filosofía era compartida por Margaret Fox, graduada en la Universidad Brown en 1949 y con la que se casará. Juntos trabajaron en varias obras. Luego de lograr con las mejores notas su Ph.D. en la Universidad de Princeton en 1950 se dedica a enseñar hasta 195, uando obtiene un Programa Fulbright para la Universidad de Oxford donde rápidamente traba estrecha relación con Isaiah Berlin y con el teórico jurídico H. L. A. Hart. Después de retornar a los Estados Unidos, sirvió como asistente y luego como profesor asociado en la Cornell University. En 1962, se convierte en profesor de filosofía de jornada completa en Cornell, y pronto alcanzaría una posición en el MIT. En 1964 se mudó a la Harvard University, lo máximo a lo que puede aspirar un universitario y en donde enseñó por cuatro décadas. Fue profesor y como tal influyó en hombres destacados de la política y de la moral como Thomas Nagel, David Lyons, Joshua Cohen, Elizabeth S. Anderson, Thomas Hill.

En plena producción, sufre un accidente cerebral en 1995 pero apenas recobrar algunas fuerzas se dedicó a concluir “El derecho de gentes”, una visión completa y compleja de la justicia internacional.

Su pensamiento fue original y moderno, y muchos colegas le reconocen los aportes a la filosofía política. Por el contrario, otros encuentran que el trabajo no es convincente y está muy alejado de la verdadera práctica política.

En buena medida esta crítica no abarca a «Teoría de la justicia» que se conoce en 1971 y motivó una reactivación de la filosofía política.

Le llegaron varios reconocimientos, uno en particular fue el “Premio Schock” para lógica y filosofía y con la “National Humanities Medal” que recibió del presidente Bill Clinton en 1999, en reconocimiento a “su ayuda a que toda una generación reviviera su confianza en la democracia”.

Cuando estaba retirado de la vida académica activa, pero su capacidad de producción estaba intacta, falleció en su casa de Lexington, Massachusetts, el 24 de noviembre de 2002 a los 81 años de edad. Lo sobrevivió su esposa Margeret Warfield Fox Rawls

__ II __ Con su pensamiento Rawls hace un aporte que se convierten en una referencia ineludible en la última parte del siglo XX en el ámbito de la filosofía jurídica. Tiene la virtud de resumir tres disciplinas a veces encontradas; ética, la teoría política y el Derecho. De manera consciente supo ubicarse en la cresta de los debates y concitar tantas adhesiones como objeciones. Desde las primeras conferencias, a las que les sigue los incipientes pappers y luego las obras, fue motivo de críticas desde distintas latitudes comprendidos en opositores tanto desde posiciones de derecha al modo de Nozick, o desde cierta izquierda como Gerald Cohen.

rawlsCon adhesiones exultantes y rechazos demoledores, sin dudas la obra de Rawls vino a sacudir la modorra de un tema particularmente tedioso.

Por ese tiempo, desde la filosofía analítica se trabajaba sobre formas de un “no-cognoscitivismo” -al modo de Charles L. Stevenson-. Desde el cognoscitivismo se aportaba con el “intuicionismo” –que habla de lo bueno o lo correcto como cualidad objetiva- y con el “utilitarismo” en diversas versiones.

Rawls sorprende desde el inicio en “Teoría de la justicia”, de 1971, con una clara crítica tanto al utilitarismo como al intuicionismo, y estableciendo una alternativa. Sin dudas superar ese intuicionismo reorganizando y estructurando principios en cierta forma algunos principios que se daban por supuesto. Como estrategia echa mano a la vieja idea del contrato social pero rejuvenecida con materiales de las teorías de los juegos y de la “public choice” o elección. Los principios de esta teoría son los que elegirían los referentes sociales reunidos en esa genial “posición original”, dominada por algunas restricciones en cuanto a datos.

Se destaca como otro aporte, la aproximación a una cierta “justicia del agente”, es decir de lo que disponen algunos observadores sociales. Esto es paradójico en razón que esta posición lo separa de la “justicia de la norma” y la “justicia del acto”, ubicándolo más próximo de la idea convencionalista de los criterios de justicia. Los principios rawlsianos de justicia son, de esta forma, no verdaderos o válidos por sí mismos, sino encomiables.

El procedimiento en cuestión es la llamada “posición original”: que tiene la particularidad de que los negociadores están revestidos por el “velo de ignorancia”, herramienta muy dúctil `para observar una imparcialidad o distancia en el debate. Nuestro autor, en un recurso de lógica, elimina posible información vinculada a inteligencia, creencias, sexo, condición social para evitar que en la convención puedan buscar elementos que favorezcan a su sector y de la misma forma los sustrae del conocimiento de las circunstancias históricas particulares de la sociedad para la cual deben establecer.

Precisamente este segmento de la teoría es el más vulnerable y por ahí se filtran las principales críticas. Unos opusieron un sujeto con marcados vínculos constitutivos –Michael Sandel- y otros pivotearon sobre este flanco -Charles Taylor- en sentido similar.

Otro segmento no menos polémico es la exigencia de que las diferencias económicas y sociales sean dispuestas de manera que sean “en beneficio de los menos favorecidos”. Entiende o supone que los representantes se conducirán con una lógica de distribución que aseguren al situado más abajo en la escala, una cuota elevada, de forma que todos suban pero estos sectores sean los que más se eleven. Esta forma de considerar a los más postergados es la razón de ser de la justificación de las desigualdades distributivas. Esto implica que de alguna manera se achate la pirámide y los más talentosos no puedan explotar su virtud, salvo que demuestren que su ascenso significa en incremento de los ingresos de los menos capaces. El propio Rawls remarca lo antojadizo de una “lotería genética” que beneficia a ciertos individuos con superiores capacidades. Dice: “Los favorecidos por la naturaleza no podrán obtener ganancias por el mero hecho de estar más dotados, sino solamente para cubrir los costes de su entrenamiento y educación y para usar sus dones de manera que también ayuden a los menos afortunados”.

Desde algunos sectores y con sus argumentos se ha criticado como “antidemocrático” este no reconocimiento al esfuerzo individual y consiguiente avance económico y profesional siendo que parte de suponer que si alguien ha llegado a un lugar encumbrado lo ha conseguido aprovechando dotes congénitas por las que no ha hecho nada. Es harto difícil hacer empíricos estos principios ya que la gente debe aprender a asumir las consecuencias socioeconómicas de sus decisiones.

rawls2Por lo demás, el Estado ideal rawlsiano tendría que presentarse como fuertemente intervencionista y con impronta redistributiva, columpiando entre un modelo de Estado socialista a un modelo de Estado fuertemente keynesiano.

En definitiva, tenemos una teoría que desconfía de la libertad, amordazando que se recojan los resultados sociales y económicos con una modificación o corrección permanente de la distribución espontánea de la riqueza.

Bien vale el esfuerzo de un filósofo que elabora una argumentación para mediar entre el principio de libertad con el de igualdad de donde surja la justicia social como equidad.

III – Sin concluir la obra de fines de los sesenta, sus trabajos postreros los dedicó a la supervivencia de la sociedad con ciertos principios de justicia. Se publicaron como “Liberalismo político”; conferencias dictadas en la Universidad de Columbia en abril de 1980, en donde anunció otra idea notable, la del “consenso superpuesto” que es un intento de acuerdo sobre principios de justicia como equidad entre hombres que tiene distintos origen. En el último capítulo introduce la idea de la «razón pública», como razón común de todos los ciudadanos, que se sustenta sobre dos principios: los ciudadanos son libres e iguales y tiene capacidad de regular su comportamiento de acuerdo a concepciones racionales del bien y, la sociedad es un sistema justo-equitativo de cooperación entre los hombres libres capaces de elaborar un concepto político de la justicia.

Las críticas se renovaron pero con el mismo argumento; “no sale del utilitarismo clásico y el producto es una teoría de corte liberal”, podríamos resumir como eje de los ataques.

Algunos pudo responder, pero no menguaron las detracciones que siempre tomo para hacer correcciones.

Con todas las críticas, la “Teoría de la justicia”, modificó el ambiente filosófico en un tema central. Presenta un concepto de justicia –“la justicia como equidad”- comprometida por igual con los derechos individuales asociados al liberalismo clásico y con un ideal igualitario de distribución justa que se suele asociar a las tradiciones socialista y democrática radical. La justicia como equidad, pretende «reconciliar la libertad y la igualdad». No recogió las adhesiones que esperaba en su país, pero promovió un considerable renacimiento de la filosofía política y todos los debates postreros se iniciaron sobre los temas de justicia social.

IV – Las principales obras con traducción al castellano son:

Teoría de la justicia”, trad. de María Dolores González. México, Fondo de Cultura Económica, 1979, 654 págs. Reimpresión, Buenos Aires, 1993.

Justicia como equidad y otros ensayos: materiales para una teoría de la justicia”, trad. De Miguel Ángel Rodilla. Madrid, Tecnos, 1986, 217 págs.

Libertad, igualdad y derecho: las conferencias Tanner sobre filosofía moral”. Madrid, Ariel, 1988.

Sobre las libertades”. Madrid, Paidós Ibérica, 1990.

El liberalismo político”, trad. de Sergio René Madero Báez. México, fondo de cultura económica, 1995.

Debate sobre el liberalismo político (junto a J. Habermas)”. Paidós Ibérica, 1998.

El derecho de gentes”. Paidós Ibérica, 2001.

La justicia como equidad”. Madrid, Tecnos, 2002.

La justicia como equidad: una reformulación”. Madrid, Paidós Ibérica, 2001.

Lecciones sobre la historia de la filosofía moral”. Madrid, Paidós Ibérica, 2006.

Deja un comentario