CASTELLI; EL ORADOR DE MAYO

12 de octubre – Muere Juan José Castelli

CASTELLI; EL ORADOR DE MAYO

Arcusin, Laureano; Villarreal, Fabiana;

Bracaccini, Soledad; Valiente, Maximiliano;

De Michelis, Valeria; Pinto, Emilse;

Bolzico, Alejandra y Aymá Benítez, María Virginia. (*)

I – El 12 de octubre se conmemora el fallecimiento de Juan José Castelli, un hombre fundamental en la historia patria.

Nació el 19 de julio de 1764, hijo del médico veneciano Don Ángel Castelli Salomón y de Doña Josefa Villarino, quien lo emparentaba nada menos que a Manuel Belgrano.

Cursó sus primeros estudios con los jesuitas en el Real Colegio de San Carlos, lo cual sentó las bases de sus posteriores estudios religiosos. Por disposición de una herencia, uno de los hijos del matrimonio Castelli debía ordenarse sacerdote, destino al que fue asignado Juan José, y fue enviado a estudiar al Colegio Monserrat, en Córdoba. Allí, y luego en Alto Perú, fue donde aprendió Teología y Derecho. Los curas que le enseñaron a respetar la Corona española también le dieron los libros que lo alentaron a ser revolucionario. Su obra preferida fue “El Contrato Social”.

En 1798 se casó con María Rosa Lynch y de la pareja nacieron Ángela, Pedro (el futuro coronel), Luciano, Alejandro Francisco José y Juana.

Al mismo tiempo se muda a Buenos Aires y comienza a trabajar de abogado, ocupando paralelamente sus horas con los hermanos de la masonería: Hipólito Vieytes, Domingo French, los hermanos Nicolás y Saturnino Rodríguez Peña, Antonio Berutti, Juan José Paso y Mariano Moreno. Fue en aquellas reuniones donde se fue gestando la Patria nueva; con aquellos hombres y con su primo, Manuel Belgrano, nacieron sus ínfulas revolucionarias. Por aquellos años llegó a Buenos Aires una copia de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, sancionada por la Revolución Francesa, que circuló clandestinamente por el Virreinato del Río de la Plata.

Por ese tiempo regresó Manuel Belgrano de sus estudios en Europa. Ambos compartían ideas similares sobre el monopolio comercial español y los derechos de los criollos. Belgrano intentó nombrar a Castelli secretario interino del Consulado, como suplente suyo, argumentándose en una enfermedad contraída por él mismo durante su estadía en Europa, que lo obligó a tomar prolongadas licencias en su trabajo, pero debió enfrentar una fuerte oposición de los comerciantes españoles, que lo hizo postergar dicha designación hasta 1796.

Cuando llegaron los ingleses creyó que llegaba la hora de libertad, pero luego de conversar con Beresford, se dio cuenta que sólo buscaban hacer buenos negocios y nada más. No perdió las esperanzas y con sus amigos ve la oportunidad de proponerle a la princesa Carlota una monarquía Constitucional y un orden político más democrático; sin embargo ella quería una monarquía absoluta o nada.

castelli1II – Cuando en 1808 Napoleón invade España, los acontecimientos se precipitan y se da el marco para la tan esperada Revolución. Castelli era el principal conspirador y tenía bien en claro que lo que se avecinaba no era un simple cambio burocrático. Eran ellos, los enérgicos y decididos patriotas, quienes tenían las armas y los hombres.

Es él quien se ofrece para enfrentar a Cisneros la tarde del 18 de mayo de 1810 y, acompañado de Martín Rodríguez, entró a los empujones a la sala donde se encontraba el Virrey, quien se mostró indignado con la situación. Castelli le diría que contenga su enojo para más adelante, que le haría falta. Cede por fin Cisneros, quien dice las cruciales palabras: “Si el pueblo no me quiere y las tropas me abandonan, hagan ustedes lo que quieran”.

El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 tendrá a nuestro gran patriota de protagonista; será él el principal orador entre los cuatro que expusieron en la jornada. Sus argumentos serán jurídicos y políticos, justificando de esta manera llevar adelante la elección de una nueva junta.

Castelli sostuvo que, desaparecido el poder real en virtud del alejamiento de la familia real de España, y no existiendo ya el gobierno representativo español después de la disolución de la Junta Central, el poder debía revertirse legalmente al pueblo y a sus gobiernos locales; la regencia era ilegítima, por lo tanto, la función de Cisneros en carácter de virrey ya no era válida. Solamente el cabildo abierto de Buenos Aires tenía el derecho de formar el gobierno.

Cisneros fue obligado a dimitir, y el 25 de Mayo de 1810, se constituye la Primera Junta donde Castelli será vocal, aunque antes y durante la Revolución, el papel desempeñado por él fue de una importancia enormemente mayor.

Será también protagonista en la ejecución de Santiago de Liniers, líder de la contrarrevolución, y del gobernador de Córdoba, más un funcionario de Hacienda; Justificará estas muertes diciendo que salvaba la patria como creía que debía hacerlo:

Arrójennos la culpa al rostro y gocen de los resultados. Nosotros seremos los verdugos, sean ustedes los hombres libres”, concluiría aquel gran orador revolucionario.

III – El mando político en Buenos Aires decide confiar las fuerzas que se pudieron reclutar para una expedición al norte. En mayo de 1811 Castelli proclama el fin de la servidumbre indígena del Alto Perú y convoca a la unidad por la libertad de todo el continente. Si bien tiene aliados y la Revolución adquiere un claro tinte social y americano, también gana enemigos.

El 20 de junio de 1811, ocurre la fatídica Batalla de Huaqui, para algunos el “Desastre de Huaqui”, la primera acción militar revolucionaria, que puso fin a la primer campaña militar al Alto Perú de parte de la Junta Grande de Buenos Aires.

Las tropas que se enfrentaron fueron las comandadas por Juan José Castelli asistido por los generales Antonio González Balcarce, Juan José Viamonte, Eustoquio Díaz Vélez y Francisco del Rivero, y las del Ejército Real del Perú bajo el mando del general José Manuel de Goyeneche que era secundado por los oficiales Juan Ramirez Orosco, Pío Tristán y Pablo Astete y Garzón.

El primero en ingresar en territorio enemigo fue Martín Miguel de Güemes, comandando las tropas de Salta y Jujuy, cuando el 3 de septiembre toma un pequeño campamento realista en donde se apodera de valiosa información para ubicar a la vanguardia enemiga; indiscutible ventaja para las tropas patrióticas.

Llegado el ejército expedicionario a las órdenes del general Balcarce, se incorpora Güemes con su partida de observación.

El experimentado comandante realista, José Córdoba, espera que el primer paso lo den los revolucionarios, ya que desconocía a quién se enfrentaba.

Antes de iniciar combate, un inexperto González Balcarce, dirige un oficio “ A los señores Generales, Comandantes de los Cuerpos Oficiales de la tropa del Alto Perú”, invitándolos a retirarse o rendirse, indudablemente imbuido bajo una soberbia hacia una tropa de tamaña experiencia. 3 caídos, 45 heridos y 7 prisioneros fue el saldo de aquél encuentro, sumado a que decenas de efectivos se pasaron al bando realista. Aquella soberbia principiante estaba mal direccionada.

Luego de Cotagaita, las fuerzas patrióticas retroceden a Tupiza, donde se reorganizaron. El 5 de noviembre las fuerzas realistas comenzaron a dirigirse hacia allí.

Córdoba estaba convencido, ayudado por información brindada por espías, que las tropas de Balcarce se retirarían, pero no tenía en cuenta la actitud de las milicias gauchas de Güemes, expectantes y concentradas.

Las tropas de Güemes atacan el campamento realista de manera imprevista el 7 de noviembre, brindando un contundente triunfo a las Fuerzas expedicionarias. Aparejó este triunfo una verdadera dosis de moralidad.

La valentía de las tropas al mando de Güemes, no tuvieron una principal adjudicación de aquella victoria en el informe que provee Castelli a Buenos Aires el 8 de noviembre, donde se le da un secundario papel, por lo cual, ante semejante agravio, deciden retirarse del Ejército del Norte. Esta falta de reconocimiento fue crucial, ya que se perdieron hombres conocedores de terreno, y cuyos espíritus eran extremadamente valientes cuando debían defender su tierra.

Cumpliendo órdenes provenientes de Buenos Aires, los jefes realistas Vicente Nieto, Francisco de Paulo Sanz y José de Córdoba, fueron capturados en Potosí y ejecutados, actitud cruel e innecesaria que generó dudas entre personas indecisas respecto a qué bando elegir.

Castelli confiscó el rico contenido de las cajas de Potosí y los caudales encontrados en Chuquisaca. Los habitantes empiezan a desconcertarse acerca de la naturaleza de cambios que proponía el bando revolucionario. Esas tropas libertarias empezaban, por inexperiencia quizás, a dejar de lado los valores que la impulsaron, transformándose en momentáneos invasores.

Las fuerzas revolucionarias entraron a La Paz en medio de Semana Santa, circunstancia mal vista por impiadosa y desinterés religioso manifiesto.

El 14 de mayo de 1811 se firma un armisticio entre Castelli y Goyeneche, por un término de 40 días. Ambos necesitaban reorganizarse. Ambos lo incumplieron.

Abascal, Virrey del Perú, en clara desconfianza hacia Castelli, decide enviar refuerzos y abastecimiento a Goyeneche, quien continuó con los preparativos de carácter bélico.

Advertido de ello, Castelli movió su ejército desde el campamento de La Laja, donde se encontraban desde principios de abril, hasta un nuevo campamento en Huaqui, para observar movimientos realistas, incumpliendo el armisticio firmado por ambas partes.

castelli2Las fuerzas realistas deciden atacar el 20 de noviembre a las 03:00 a.m.,4 horas antes de la hora de ataque planeada por Castelli, quien pretendía hacer un golpe de caballería patriota sobre el puente que estaba al oeste del Río Desaguadero, protegido por el Regimiento de la línea de Cuzco, al mando de Francisco de Picoaga. Fue un intento frustrado, superado por tropas experimentadas con horas de ventaja. Goyeneche comenzó la batalla. Los patriotas intentaron atrincherarse pero fueron barridos con fuego de artillería de los nuevos obuses recibidos de Lima. Las fuerzas expedicionarias cedieron a las realistas y la batalla terminó. Más de mil hombres perecieron en aquella fatídica Batalla de Huaqui; aquella primera expedición estuvo teñida de inexperiencia, tanto militar y política, y pudo haber sido factor importante el menosprecio a las tropas de Güemes que, quizás y sólo quizás, podrían haber obtenido un desenlace diferente al obtenido.

Castelli recibe la noticia de marchar hacia Buenos Aires para ser juzgado, el 26 de agosto de 1811. El Primer Triunvirato asume el gobierno en reemplazo de la Junta Grande.

Ya en Buenos Aires, Castelli queda en una angustiante soledad política. El Triunvirato y el diario “La Gazeta” lo acusan de la derrota de Huaqui.

El juicio demora en iniciarse y en enero de 1812 reclama que se realice con rapidez. El juez Echeverría, que llevaba adelante el proceso, fue recusado por Castelli ya que había sido abogado de Liniers, quien fuera fusilado en un primer y desbordado acto de la expedición revolucionaria.

Paralelamente se conoce que padece un cáncer de lengua, y que ello le dificulta el habla.

El juicio no define claramente la naturaleza de la acusación, si es política, militar, ambas o de alguna otra índole.

Sus últimos meses, debido a su enfermedad, iban a ser terribles y humillantes. A su entierro sólo asisten sus familiares y algunos hermanos masones. No hubo discursos ni honras oficiales para el primer y gran revolucionario de la nueva República.

IV – Castelli murió, pobre, preso y sin sentencia del juicio que se le llevaba adelante, paradójicamente, el día del aniversario de la invasión genocida conocida como el “Descubrimiento de América”, el 12 de octubre de 1812. Su viuda debió peregrinar largos años para percibir los salarios no pagados.

A través de estas palabras, los alumnos de la cátedra de “Historia del derecho” queremos brindar un merecido homenaje en la conmemoración de su fallecimiento y, a la vez agradecer a la “Voz de la Revolución”, porque con errores y aciertos, aquel hombre fue injustamente relegado por la historia de un país que tanto le debe.

El “Gran Orador de Mayo” siempre está y estará de espíritu presente, cada vez que en este austral territorio asome una brisa llamada libertad.

(*) Alumnos regulares del curso de “Historia del derecho”, segundo cuatrimestre, año 2016.

Deja un comentario